jueves, 14 de octubre de 2010

Colombia: Daños a la biodiversidad por los cultivos ilicitos y fumigaciones
Las aspersiones aéreas para control y erradicación de cultivos ilícitos en Colombia están tendiendo a crear problemas en las comunidades rurales y en los bosques tan graves como los causados por los mismos cultivos y por los químicos en la producción de las drogas.
La historia del uso de herbicidas en las zonas de producción de coca y amapola es, sin embargo, compleja y de vieja data.
Los cultivos de coca y amapola se han incrementado en las regiones boscosas a pesar de la política de erradicación que comenzó a ser implementada inicialmente contra los cultivos de marihuana en 1978. En 1980 la operación "Fulminante" para erradicar los cultivos de marihuana de la Guajira y la fumigación aérea con glifosato, dejó el primer gran desastre ecológico y sanitario que se recuerde.(1)
El cultivo de la hoja de coca, a diferencia de la marihuana, ha existido desde tiempos milenarios.La han usado comunidades indígenas de los Andes , del sur del país y de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fue a mediados de los 70 cuando se comenzó el procesamiento de la hoja en cocaina siendo en estos momentos Colombia el primer productor mundial del alcaloide. Los cultivos de amapola comenzaron en los 90 creciendo tan rápidamente que de 700 Hts en esos primeros años el cultivo pasó a abarcar 20000 hts para el año 95. Estos cultivos se encuentran hoy en un área extensa de la cordillera occidental y páramos de los departamentos del Cauca ,Huila, Tolima, Valle y Nariño.
En total se estima que la destrucción de bosques tropicales en Colombia para la producción de cocaína es de 240000 hts y de bosques andinos por la siembra de amapola para la producción de heroina, de 70000 a 100000 hts.(2)
Según el documento de la Auditoria Ambiental para la Erradicación de los Cultivos Ilícitos de Agosto de 1993,la caracterización de los efectos ambientales de estos cultivos comienza por la destrucción de tierras vírgenes cuyo impacto es la deforestación causada por la tala y quema de bosques primarios con el consecuente agotamiento de las fuentes de agua y afectamiento de la biodiversidad. Otra fuente de gran impacto es la aplicación de plaguicidas, abonos y correctivos que los sembradores usan indiscriminadamente modificando las condiciones físicoquímicas del suelo, deteriorando la calidad de los cuerpos de agua y generando efectos negativos en la calidad de la vida humana así como la disminución y pauperización de las actividades agrícolas tradicionales.
La política del estado colombiano y del gobierno norteamericano para combatir las drogas y los cultivos ha consistido en la erradicación de cultivos mediante fumigaciones a gran escala,la interdicción (destrucción de laboratorios y pistas) y la persecución a narcotraficantes. Existe el Programa de Desarrollo Alternativo PLANTE implementado durante el gobierno del presidente Ernesto Samper, cuyo objetivo ha sido la construcción de planes de vida distintos a aquellos que el narcotráfico ofrece a los campesinos. Este programa, aunque se ha desarrollado sin los resultados esperados, ha tenido mejores efectos desde lo ambiental y lo social. Las dificultades del mismo han radicado sin embargo, en la ausencia de una efectiva comercialización de los cultivos lícitos sustitutivos que pudiesen garantizar la sostenibilidad económica de las familias campesinas y también en el hecho de sólo abarcar pequeños cultivadores .Con respecto a lo ambiental, el problema está en el estímulo a prácticas agrícolas de monocultivo y ganaderas en suelos frágiles como los del Amazonas.Esto ha contribuido igualmente a la pérdida de la biodiversidad. Por otra parte, de acuerdo a la Ing. Agrónoma Elsa Nivia Gil Directora de RAPALMIRA (3), en pueblos tales como Albania, Departamento del Caquetá,y en el Macizo Colombiano en el Departamento del Cauca, los programas de cultivos economica y ecológicamante viables han sido un fracaso por las aspersiones con glifosato. Estas medidas,afirma la agrónoma, "desestimulan la inversión en alternativas sostenibles y contribuyen a los procesos de violencia".
Las fumigaciones
Hay una vieja polémica sobre los efectos que herbicidas como el glifosato han desarrollado sobre el medio ambiente. El documento oficial del PLANTE (1995-1998) señala la intención del gobierno en la lucha contra los cultivos ilícitos y el tráfico de drogas como una "lucha por la recuperación y preservación del más caro y significativo patrimonio mundial del país: los bosques tropicales". Para muchos las aspersiones con herbicidas contradicen esta política pues han generado daños irreversibles a especies que viven en las zonas selváticas colombianas.

La política con respecto a la lucha antidrogas no ha cambiado mucho en los dos últimos gobiernos: la misma se ha orientado bajo un componente interdictivo o represivo y uno de carácter social.En 1996, el entonces director del PLANTE, Hector Moreno reclamaba cierto rigor en las investigaciones acerca de los daños en el entorno ambiental de las fumigaciones con glifosato y los comparaba con el desastre causado por las toneladas de cemento y los millones de galones de gasolina que eran vertidos a los ríos desde los laboratorios y desde las cocinas donde se procesaban la cocaína y la amapola y los miles de litros de ácido sulfúrico vertidos a los suelos y a los sistemas bióticos de la Amazonía Colombiana.(4) Las evaluaciones ciéntificas realizadas en los últimos años responden su inquietud evidenciando un gran impacto de las sustancias esparcidas por vía aérea, tan efectivas en la destrucción de los cultivos ilícitos, como en las siembras agrícolas tradicionales y en las áreas selváticas.
Corroborando lo anterior, el zoólogo investigador de la Universidad del Valle Fernando Castro, afirma que ,en realidad, las aspersiones realizadas por hectárea deben multiplicarse por tres y cuatro,ya que la acción de los vientos y las lluvias facilitan una influencia mucho más allá del área que se quiere afectar con las fumigaciones. Niega el efecto causado a un sólo tipo de cultivo ya que "existe un proceso natural conocido como biomagnificación en el cual un elemento de la cadena trófica se contamina y por transferencia de energia va transmitiendo grados de toxicidad a otros organismos". Bajo estas condiciones el problema se habrá magnificado llegando a afectar los consumidores de último orden como somos los seres humanos.
El profesor afirma que los compuestos usados con el glifosato como los fosforados intoxican grandes grupos de fauna silvestre comenzando por insectos, anfibios y peces.
Explica igualmente que en el caso de los anfibios sus huevos o larvas sufren procesos de malformación durante la metamorfosis dando lugar a animales con deformaciones en desarrollo interior y menos hábiles para sobrevivir en sus condiciones naturales.

"Los anfibios son atacados por los venenos directamente puesto que poseen una piel húmeda a través de la cual respiran comunicándose directamente entre el medio interno y externo". Termina el biólogo lamentando que las políticas de sustitución de cultivos no contemplen planes de reforestación o rehabilitación de poblaciones silvestres y que "entre los ïnmensos capitales que se mueven alrededor de los cultivos ilicitos y los programas estatales no haya nada destinado a la conservación de nuestras selvas".
Algunas especificidades sobre el glifosato nos las ha entregado la Ing. Elsa Nivia Gil quien lleva varios años propugnando por el cese del uso de herbicidas en la lucha anticulticultivos ilícitos: "su nombre comercial es Roundup. Entre 1986 y 1996 el uso del glifosato se triplicó en Estados Unidos y en Europa su uso se incrementó en 129% entre 1991 y 1995, por las declaraciones de Monsanto,la empresa que lo produce, de que el herbicida no es peligroso para los humanos y que es ambientalmente seguro. Pero de acuerdo con informaciones de Cox (1995) y de Dinham (1998), existen resultados de investigaciones científicas acerca de herbicidas que contienen glifosato, independientes de Monsanto, que contradicen indicaciones de la empresa fabricante del veneno y muestran una visión muy diferente sobre los riesgos de salud y ambientales de estos herbicidas.
Los plaguicidas antes de salir al mercado pasan por el proceso de la formulación, durante el cual los ingredientes activos son mezclados con otras sustancias como solventes, coadyuvantes y otras, denominadas como "ingredientes inertes", sobre las cuales no se da información en las etiquetas y que en muchos casos son sustancias activas biológica, química o toxicológicamente, que pueden conferir a las formulaciones comerciales, características diferentes a las encontradas en cualquiera de los componentes por separado. Ésto significa que si no se revisan y reconocen las pruebas toxicológicas con los plaguicidas comerciales, como se usan realmente, es imposible evaluar con seguridad sus riesgos sobre el ambiente y la salud de las personas.
La mayoría de productos que contienen glifosato están hechos o se usan con un surfactante para ayudar al glifosato a penetrar los tejidos de la planta, el cual le confiere características toxicológicas a la formulación comercial diferentes a las del glifosato solo. Tanto el glifosato solo como los productos que lo contienen son más tóxicos por vía dermal e inhalatoria que por ingestión, las vías comunes en la exposición ocupacional.
Sobre los efectos sobre plantas deseables, el glifosato, por ser herbicida de amplio espectro, tiene efectos tóxicos sobre la mayoría de especies de plantas. Afecta árboles y arbustos de los cercos y cultivos cercanos, e incrementa la susceptibilidad de los cultivos a enfermedades. Puede ser un riesgo para especies en peligro de extinción si se aplica en áreas donde ellas viven".
Otras estimaciones
Además del deterioro a los ecosistemas ya afectados por los cultivos, el efecto inmediato después de la erradicación por herbicidas, es el desplazamiento de estos cultivos a las áreas más alejadas del bosque.Los campesinos se ven obligados a internarse selva adentro para recuperar el dinero invertido en los cultivos envenenados. El aumento de los cultivos así se explica a pesar de las fumigaciones.
Como lo demuestra el comunicado de prensa de la embajada norteamericana del 28 de enero de 1998 donde inicialmente reconoce que la Policía Nacional de Colombia fumigó una cifra récord de cultivos de coca y amapola: más de 40000 hts de coca y cerca de 7000 hectáreas de amapola y reporta la reducción en un 25% de la cantidad de coca cultivada en el Guaviare ( sin incluir las 25000 hectáreas fumigadas entre oct de 1997 y enero del 1998); lamenta seguidamente "un notable incremento fuera de la zona fumigada, lo cual condujo a un aumento del 18% en el total de la coca cultivada en Colombia pasando de 67200 a 79500 hts".(5)
El costo estimado por el Departamento de Estado de los EEUU para la erradicación de los cultivos de amapola por aspersión para el año 1999, fué de casi 68 millones de dólares.(General Accounting Office ,GAO.Whashington,D.C:GAO,1999).Los recursos aportados por el gobierno para el programa de sustitución de cultivos han sido mucho menores, lo que para muchos ha impedido que éste resulte altamente eficiente.

Testimonios
Actualmente se están llevando a cabo las negociaciones entre el gobierno y los representantes del pueblo indígena Yanaconas para acordar el Plan de Vida casi un año después de las aspersiones con glifosato sobre los cultivos de amapola existentes en esta región del Macizo Colombiano, Departamento del Cauca. La implementación de cultivos de pancoger tradicionales como la papa, el fríjol el tomate de árbol, hortalizas, etc está a la espera de las decisiones que tomen las partes posterior a la sustentación de los proyectos.
En junio de 1999 los Yanaconas sufrieron daños en parcelas que no estaban cultivadas con amapola. Los testimonios de los indígenas (según el acta de la Asamblea que reunió a los Yanaconas de los 13 cabildos el día 29 de junio de 1999) indican que muchos niños enfermaron con afecciones pulmonares, migrañas, vómitos, diarrea, fiebre y conjuntivitis.
Otros reportaron enfermedades a sus animales domésticos y la muerte de pollos y de los peces de los estanques ubicados en la parte alta, al igual que destrozos en los cultivos de maíz, papa, cebolla, arveja y cilantro.
Para Ivan Chikangana, gobernador durante la época de las aspersiones, el proceso de negociación va en un 5% pues además de la sustentación de los proyectos "debemos esperar que los recursos del Plan Colombia sean aprobados finalmente".
"El pueblo Yanacona - dice el acta de la última asamblea con fecha del 26 de mayo de 2000- continúa demostrando la voluntad y el cumplimiento en el proceso de concertación, diálogo y negociación, creando conciencia y educación en su pueblo para hacer erradicación manual y voluntaria de los "cultivos ilícitos" en aras de obtener del gobierno una respuesta positiva a la propuesta del Plan de Vida Yanacona".
Otro tanto sucedió en los Departamentos del Putumayo, Caquetá y Amazonas hace unas semanas cuando cultivos de plátano, yuca y maíz fueron quemados por las fumigaciones aéreas con glifosato obligando a la Corporación Regional del Amazonas (Corpoamazonía), oficina adscrita al Ministerio del Medio Ambiente, a suspender las aspersiones. La dirección general de Corpoamazonía junto con las autoridades y gobernadores de los Departamentos mencionados han evidenciado la contaminación y los daños que dichas fumigaciones han causado entre la población rural e indígena y el alto grado de contaminación de ríos y quebradas, así como de áreas de selva tropical. De acuerdo a los reportes de los pequeños agricultores e indígenas, los parámetros técnicos estipulados en la ley, no se han cumplido. Por tanto han propuesto en un comunicado enviado al gobierno nacional la suspensión definitiva de las fumigaciones y la reorientación de los fondos del llamado Plan Colombia hacia el establecimiento de planes de inversión social, al igual que de reforestación de bosques y recuperación de suelos degradados y también el fortalecimiento del proceso de paz entre los grupos armados.
Nuevos elementos y plan Colombia
El Plan Colombia, proyecto que ya contó con la aprobación de la Cámara de representantes de EU, consiste en el otorgamiento de ese país al gobierno Colombiano de 1700 millones de dólares para la lucha contra el tráfico de drogas. Condiciona el mismo la erradicación en cinco años de los cultivos ilícitos. El Plan, además de considerar el aumento de las tareas de fumigación, posibilita el uso de agentes de control biológico como método ambientalmente seguro y confiable.
En este último punto se está desarrollando una investigación a fin de implementar el hongo Fusarium Oxisporum el cual, dada su especificidad (forma Specialis), sólo atacaría las plantas de coca. Hay, sin embargo, muchas dudas de parte de los centros de investigación científica del país con respecto a ésta y otras características del hongo y que han sido puestas en conocimiento al Ministerio del Medio Ambiente y a la Defensoría del Pueblo. Según el concepto de la Dra Maria Teresa Guardiola de BIOTECNOLOGIA (MAIL:fisica@latino.net) existe evidencia científica (como la publicada en la revista New Scientifist de Septiembre de 1999) de que esta forma de hongo es capaz de atacar plantas de especies distintas a su forma specialis y de que la misma puede variar genéticamante una vez liberado en el ecosistema selvático impactando demás microorganismos del suelo.
"El equilibrio de un ecosistema esta fundamentado en procesos tales como selección, mutación y dispersión. La introducción y/o incremento de cualquier población ejerce un efecto sobre todos los componentes de ese ecosistema. El caso de los ecosistemas del bosque húmedo tropical es aun más dramático dada la diversidad y fragilidad de éstos. En la literatura existen reportes de estudios que evidencian la dispersión de este microorganismo por hormigas, por el tipo de formulación que utilizan para la dispersión del hongo, lo que implica que el ecosistema puede verse afectado en periodos de tiempo más cortos de lo imaginable".
Según la Declaración de la V Conferencia de la Pesticide Action Network (Red internacional de plaguicidas) PAN, reunida en Dakar, Senegal del 18 al 21 de mayo de 2000 para la cual fue decisiva la participación de la ONG RAPALMIRA, razas del hongo Fusarium Oxysporum pueden ser altamente tóxicas para humanos y animales por producir micotoxinas que pueden ser consideradas armas de guerra encontrándose incluso en la lista de agentes biológicos del borrador del Protocolo para la Convención de Armas Biológicas y Tóxicas.
Nuevas alternativas
Como muestran las cifras hasta ahora, los correctivos al problema de los cultivos ilícitos en Colombia no han sido suficientes. Las grandes inversiones han sido más militares que sociales y los problemas estructurales que han dado lugar al conflicto armado como el desplazamiento masivo de campesinos, la concentración de la tierra y las crisis de las economía campesina, todavía siguen sin resolverse.Algunos pasos se han dado con el acercamiento del actual gobierno a los grupos insurgentes pues es imposible controlar la proliferación de cultivos ilícitos cuando existen actores fuertemente armados que han servido como "custodios" de los mismos. Con ello también hay una pérdida de oportunidades de acceder a los "bienes ambientales" que pueden ofrecer los ecosistemas a las comunidades negras, indígenas , rurales y también urbanas, cuya calidad de vida depende de su conservación.
Gustavo Wilches Chaux, abogado, ambientalista y educador en un documento de la Corporación Viva La Ciudadanía sobre medio ambiente y guerra(1998) , hace un llamado a la comunidad científica colombiana , al gobierno y a las comunidades étnicas y campesinas que habitan los ecosistemas tropicales "Para que exploremos y desarrollemos ese filón de nuestra diversidad y para que traduzcamos los resultados de esa investigación en satisfactores alternativos, cultural, social, económica y legalmente viables. Para que no esperemos que esas sustancias de uso potencialmente benéfico caigan en las garras nefastas del narcotráfico,o a que esos satisfactores alternativos, basados en la biodiversidad de nuestros ecosistemas,nos lleguen patentados desde el exterior y tengamos que comprárselos a los laboratorios multinacionales.
Colombia: cultivos ilícitos y remedios peores que la enfermedad
Las aspersiones aéreas para control y erradicación de cultivos ilícitos en Colombia están creando problemas en las comunidades rurales y en los bosques, tan graves como los causados por los mismos cultivos y por los químicos usados en la producción de las drogas.
Los cultivos de coca y amapola en Colombia se han incrementado en las regiones boscosas, a pesar de la política de erradicación que comenzó a ser implementada inicialmente contra los cultivos de marihuana en 1978. En 1980 la operación "Fulminante" para erradicar los cultivos de marihuana de la Guajira y la fumigación aérea con glifosato, dejó el primer gran desastre ecológico y sanitario que se recuerde.
El cultivo de la hoja de coca, a diferencia de la marihuana, ha existido desde tiempos milenarios. La han usado comunidades indígenas de los Andes, del sur del país, y de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fue a mediados de los 70 cuando se comenzó el procesamiento de la hoja en cocaína, siendo en estos momentos Colombia el primer productor mundial del alcaloide. Los cultivos de amapola comenzaron en los 90, creciendo tan rápidamente que de 700 hectáreas en esos primeros años el cultivo pasó a 20.000 hectáreas para el año 95. En total, se estima que la destrucción de bosques tropicales en Colombia para la producción de cocaína es de 240.000 hectáreas y de bosques andinos por la siembra de amapola para la producción de heroína, de entre 70.000 y 100.000 hectáreas.
Los efectos ambientales de estos cultivos comienzan con la tala y quema de bosques primarios, con el consecuente agotamiento de las fuentes de agua y afectamiento de la biodiversidad. La aplicación de plaguicidas, fertilizantes y correctivos que los sembradores usan indiscriminadamente modifican las condiciones físicoquímicas del suelo, deteriorando la calidad de los cuerpos de agua y generando efectos negativos en la calidad de la vida humana, así como la disminución y pauperización de las actividades agrícolas tradicionales.
La política del estado colombiano y del gobierno norteamericano para combatir las drogas y los cultivos ha consistido en la erradicación de cultivos mediante fumigaciones a gran escala, la interdicción (destrucción de laboratorios y pistas) y la persecución a los narcotraficantes. El Programa de Desarrollo Alternativo PLANTE, implementado durante el gobierno del presidente Ernesto Samper, se propuso generar alternativas distintas a aquellas que el narcotráfico ofrece a los campesinos. Este programa, aunque se ha desarrollado sin los resultados
esperados, ha tenido mejores efectos desde lo ambiental y lo social. Las dificultades del mismo han radicado sin embargo, en la ausencia de una efectiva comercialización de los cultivos lícitos sustitutivos, que pudiesen garantizar la sostenibilidad económica de las familias campesinas y también en el hecho de sólo abarcar pequeños cultivadores.
Sin embargo, el eje de la política de erradicación se ha centrado en la fumigación aérea con herbicidas. La Dirección Nacional de Estupefacientes afirma que hasta el momento no hay pruebas que relacionen daños a seres humanos y otras plantaciones distintas a la coca y amapola con las fumigaciones con glifosato. No obstante, evaluaciones científicas realizadas en los últimos años indican lo contrario, evidenciando un gran impacto de las sustancias esparcidas por vía aérea. Los compuestos usados con el glifosato, como los fosforados, intoxican grandes grupos de fauna silvestre comenzando por insectos, anfibios y peces.
Monsanto ha promocionado el Roundup, cuyo ingrediente activo es el glifosato, como ambientalmente seguro. Pero la mayoría de productos que contienen glifosato están hechos o se usan con un surfactante para ayudar al glifosato a penetrar los tejidos de la planta, el cual le confiere características toxicológicas a la formulación comercial diferentes a las del glifosato solo. Por ser un herbicida de amplio espectro, el glifosato tiene efectos tóxicos sobre la mayoría de especies de plantas, incluidas las útiles.
En junio de 1999 el pueblo indígena Yanacona, ubicado en la región del macizo colombiano, Departamento del Cauca, sufrió daños por fumigaciones con glifosato en parcelas que no estaban cultivadas con amapola. Como consecuencia, actualmente se están llevando a cabo negociaciones entre el gobierno y los Yanaconas para acordar un denominado Plan de Vida. En esa ocasión muchos niños enfermaron con afecciones pulmonares, migrañas, vómitos, diarrea, fiebre y conjuntivitis. Otro tanto sucedió en los Departamentos del Putumayo, Caquetá y Amazonas hace unas semanas cuando cultivos de plátano, yuca y maíz fueron quemados por las fumigaciones aéreas con glifosato, obligando a la Corporación Regional del Amazonas a suspender las aspersiones. Son evidentes la contaminación y los daños que dichas fumigaciones han causado entre la población rural e indígena y el alto grado de contaminación de ríos y quebradas, así como de áreas de selva tropical.
Otro efecto inmediato después de la erradicación por herbicidas, es el desplazamiento de estos cultivos a las áreas más alejadas del bosque. Los campesinos se ven obligados a internarse selva adentro y abrir nuevas áreas boscosas, con lo cual la destrucción se va extendiendo. La propia embajada de EE.UU. en Colombia reconoció en 1998 que la Policía Nacional de Colombia fumigó una cifra récord de cultivos de coca y amapola, lo que fue seguido sin embargo por "un notable incremento fuera de la zona fumigada", lo cual condujo a un aumento del 18% en el total de la coca cultivada en Colombia, pasando de 67.200 a 79.500 hectáreas. O sea, que el remedio fue peor que la enfermedad, siendo el único resultado visible la destrucción de más áreas boscosas.
Por último, el Plan Colombia, proyecto ya aprobado por la Cámara de representantes de EEUU, y que incluye el otorgamiento de ese país al gobierno colombiano de 1.700 millones de dólares para la lucha contra el tráfico de drogas, se propone erradicar los cultivos ilícitos en un plazo de cinco años. El Plan, además de considerar el aumento de las tareas de fumigación, posibilita el uso de agentes de control biológico. Así se está desarrollando una investigación a fin de utilizar el hongo Fusarium oxisporum, el cual se dice que sólo atacaría las plantas de coca. Hay, sin embargo, muchas dudas de parte de los centros de investigación científica del país con respecto a ésta y otras características del hongo y que han sido puestas en conocimiento del Ministerio del Medio Ambiente y de la Defensoría del Pueblo. Existen evidencias de que esta forma de hongo es capaz de atacar plantas de diversas especies y de que la misma puede variar genéticamente una vez liberada en el ecosistema selvático, impactando además a microorganismos del suelo. En ese caso, el remedio ya no sólo sería peor que la enfermedad, sino que podría desatar procesos irreversibles con resultados devastadores sobre la gente, sus cultivos y los ecosistemas nativos.